Reflexión

Te das cuenta que “Hey Arnold!” no era solo una caricatura… Era ese tipo de serie que uno veía sin saber que te estaba enseñando a ser una mejor persona. Arnold no era solo un morro con cabeza de balón… era un niño que vivía entre adultos rotos, en una pensión donde cada quien cargaba su propia tormenta. Y aun así, el vato veía lo mejor de todos. Siempre. Cada episodio era como una clase de empatía camuflada. No gritaba las lecciones… te las susurraba. Y tú, de morro, ni en cuenta. Solo veías monitos. Y Helga… wey, Helga no era solo la gritona intensa. Era una niña que se sentía invisible, que usaba el 0dio como escudo porque el amor le dolía. Gerald era ese amigo que todos quisiéramos tener: leal, firme, y siempre al lado. Lo c4brón es que ahora, ya de grandes, entendemos todo. Entendemos que Arnold no quería cambiar el mundo con discursos… quería hacerlo con acciones pequeñas. Que ser buena persona no era algo tonto… era valiente. Era resistir. Y duele un poco. Porque uno crece… y se da cuenta que ya no hay caricaturas como esa. Y que muchas veces, ya ni nosotros somos como ese niño que creía que podía arreglarlo todo con solo escuchar. Pero hey… algún día fuimos Arnold. Y eso, aunque sea por un ratito, hizo del mundo un lugar más bonito.

5/4/20251 min read